PRETEXTOS PARA UNA GUERRA FRATICIDA

Cuando todo parecía indicar que se estaba avanzando en las gestiones para obtener la liberación de Ingrid Betancourt que desde hace seis años permanece cautiva de las FARC y cuya situación ha conmovido a la opinión pública de todo el mundo, tanto que hasta el presidente Sarkosy de Francia se había ofrecido para ir a la selva y rescatarla. Sin embargo, una noticia de último minuto nos hizo suponer lo peor para Ingrid y éstam ha perdido la gran oportunidad para obtener su liberación, salvo que ocurriera un milagro.
El hombre que estaba encargado de las negociaciones en representación de las FARC para lograr un acuerdo humanitario fue muerto por el ejército colombiano, pero no en Colombia, sino en territorio ecuatoriano.
Que fuerza mueve al ejército colombiano para actuar sin ningún respeto por la ley internacional, facultándose para realizar actos de guerra en el territorio de otro país, causar la muerte de varias personas que se encontraban descansando según las informaciones que publican los medios y después regresar en helicópteros y recoger unos cadáveres y el material que les interesaba sabe Dios para que oscuros propósitos.
Y después el presidente de Colombia llamando al presidente de Ecuador para avisarle que sus soldados habían cruzado la frontera y pedía disculpas por su acción.
Y también, no deja de llamar la atención que un jefe de la policía colombiana aparezca por televisión señalando que en la computadora del muerto habían encontrado información de que Venezuela les había había proporcionado a las FARC trecientos millones de dólares y que además les estaba consiguiendo cincuenta kilos de uranio para que prepararan bombas nucleares y como una casualidad, otra vez el presidente de Colombia anunciando que va denunciar a Hugo Chávez por"patrocinio y financiación de genocidas", tema que se parece mucho a otro libreto que todos conocemos como el de las armas de destrucción masiva que sirvieron de pretexto para invadir Irak y que me moriría de risa si no fuera porque estos tontos que ahora juegan a la guerra podrían causar una tragedia de la que nunca terminaríamos de lamentarnos.